La preocupación de Javier Aguirre tiene bases, no sólo por las derrotas ante Inglaterra y Holanda; sino por el cumplimiento de un calendario de partidos moleros en los que la organización a nivel de cancha no alcanzó para jugar los 90 minutos con los ingleses, ni corregir a tiempo con los holandeses, dejando a los seleccionados nacionales entre la duda y un bajo nivel anímico.