No vi la ‘Gala de los Goya’, porque no consumo productos adulterados y tengo una aversión sarracena al cine español, pero les confieso que albergaba cierta curiosidad por lo que la panda de subvencionados diría al propósito de Karla Sofía Gascón, la actriz trans nominada para el ‘Oscar’.
De la atribulada protagonista de ‘Emilia Pérez’, desde hace un par de semanas en la parrilla de los apóstoles ‘woke’ por los tuits sobre el Islam que publicó cuando todavía se llamaba Carlos y no había concretado su transición genérica, apenas dijeron palabra.
Pero me ha dejado de piedra comprobar que por primera vez en 40 años ha habido alguien con dos pelotas y una pizca de sentido común para subir al estrado y decir alto y claro que los terroristas de ETA son unos asesinos infectos y que hay que estar con sus víctimas.
Ha sido María Luisa Gutiérrez, productora de ‘La infiltrada', una película que narra la historia de Aranzazu Berradre Marín, la heroica agente de policía estuvo ocho años infiltrada entre los psicópatas de la banda criminal vasca y a la que dieron dos galardones.
Miren…presentarse en Granada con la bandera de Palestina, atizar a Elon Musk, repetir como una letanía la palabra ‘ultraderecha’ o llamar ‘matón’ a Trump como hizo el recauchutado Richard Gere, es muy fácil.
Es como ir a Cadena SER o LaSexta a hablar mal de Abascal, Meloni y Orban.
Lo que tiene mérito, lo encomiable, lo decente es agarrar el micrófono y mirando al socialista Sánchez, financiador de la cuchipanda y socio de los matarifes, subrayar que la memoria histórica debe incluir a las víctimas del terrorismo y que hay que defender con uñas y dientes la libertad de expresión.
Eso es lo humano y aumenta mi confianza en que al marido de Begoña y sus cuadrilla de maleantes los echamos a patadas en cuanto tengamos la oportunidad de ir a las urnas y votar en unas elecciones generales.
Es cierto que las encuestas fallaron en las elecciones de julio del 23 y en lugar del triunfo clamoroso que pronosticaban los sondeos, nos encontramos con un resultado ramplón que permitió por los pelos al amo del PSOE aferrarse a La Moncloa.
Y que eso alimenta las dudas y da alas a quienes avisan de que podría repetirse el desastre, aunque los expertos demoscópicos vaticinen que el centro derecha pasará de los 190 diputados y la izquierda y todos los zarrapastrosos juntos no superarán los 140.
No duden. La situación no es comparable a la de julio del 2023.
No sólo porque en estos dos años hayan aflorado como la gangrena corrupciones sin cuento en el entorno de Sánchez y en la nomenclatura del PSOE.
Es inaudito que los socialistas sigan conservando millones e partidarios, pero ha cambiado el panorama.
Y un ejemplo luminoso de la metamorfosis en la sociedad española es el de María Luisa Gutiérrez, la productora de ‘La infiltrada’, clamando contra ETA ante su socio más destacado y los mantenidos del cine español.