Miles de familias sufren el frío extremo sin servicios básicos debido a los masivos cortes de luz y gas que las empresas distribuidoras no han podido —o no han querido— resolver. Con temperaturas bajo cero, vecinos indignados salen a cortar calles, denunciando la falta de inversión y mantenimiento en las redes, mientras el gobierno evade responsabilidades con promesas vacías.
Los reclamos crecen: ¿por qué las empresas, que facturan millones, no garantizaron infraestructura capaz de soportar el invierno? ¿Dónde están los controles del Estado para evitar este colapso? Mientras funcionarios y ejecutivos se escudan en excusas, niños y ancianos enfrentan condiciones inhumanas por su negligencia.
Esta crisis no es casualidad: es el resultado de años de abandono y ganancias privadas a costa del servicio público. La gente exige soluciones ya, no más discursos.