Los precedentes de los toros, con varias fugas y vuelta atrás en el tramo inicial de forma incomprensible y la amenaza de lluvia y de un suelo muy resbaladizo habían levantado recelos entre los corredores. Al menos entre aquellos que al menos tienen el detalle de conocer la ganadería que se suelta cada día. Los temores, desde luego, eran fundados: los de Escolar no son cosa mejor. O, como diría un político ya retirado (o no), son cosa mayor.