Hace 28 años, el 10 de julio de 1997, ETA secuestraba a un joven concejal de Ermua, Miguel Ángel Blanco —solo por mirar por el bienestar de su pueblo—. Al día siguiente, la unidad de toda España tembló al conocer su destino: dos tiros en la nuca, ejecución fría, su único “delito” fue defender la convivencia. Aquellos días, las calles del País Vasco y el resto de España resonaron con un grito unánime: “¡Por Miguel Ángel!”. Un pueblo unido, una sociedad que rompió el miedo y gritó ¡basta ya!, contra la dictadura terrorista.