Víctor Basterra fue secuestrado con su esposa y su hija el 10 de agosto de 1979 y llevado a la ESMA. El obrero gráfico fue torturado y pudo sacar, clandestinamente, fotos de los secuestrados y de los represores. Liberado, el hostigamiento de los marinos siguió hasta agosto de 1984. Su odisea la relató el 22 de julio de 1985 en el Juicio a las Juntas. Fue el testimonio más extenso, de entre todos los que testificaron en el histórico proceso judicial a los nueve comandantes. Y tuvo entre quienes lo presenciaron ese día en el Palacio de Tribunales a Jorge Luis Borges, que escribió sobre la experiencia de haber ido a esa audiencia.