El líder Tomás Katari, quien fue víctima del despojo de su rango como cacique por arbitrariedad del corregidor español, utilizó todos los recursos jurídicos posibles para que se le restaurara su investidura, viajó desde las alturas del Potosí hasta La Pampas rioplatenses con el fin de llegar a la sede virreinal de Buenos Aires, allí logró que el gobernante español le oyera, defendió su integridad y tuvo éxito en todas las instancias del virreinato. Por tener dignidad y defender la causa soberana de los indígenas, los españoles lo apresaron en varias oportunidades, además, la historia demuestra que los funcionarios españoles temían del gran apoyo popular que le brindaban los pueblos indios del Alto Perú a Tomas Katari y por eso ordenaron su asesinato.
Pero la muerte de Tomas Katari no freno la revuelta indígena, sino que la profundizó y así emergió del pueblo indio un nuevo líder el comunero Julián Apasa, mejor conocido como el Cacique Tupaq Katari, oriundo de Sica Sica que con solo 30 años sobresalió en la rebelión india, y en ella se perfiló como uno de los principales comandantes militares, admirado por sus capacidades de organizar y dirigir un ejército de 40.000 indios rebelados contra los opresores españoles.
Hoy estos dos Caciques están vivos en la memoria colectiva de los habitantes originarios de Bolivia y son denominados precursores de su independencia.
